Me estoy haciendo las maletas a ver si me cabe todo (algunas cosas las tengo que dejar porque no las coge la maleta); al ordenar un poco la habitación que a partir del miércoles que viene será de Rodrigo (y su nueva novia) me doy cuenta de que no quiero marchar de acá, no lo quiero pero igual lo haré.
Camino por la alameda en busca de un lugar tranquilo donde no me jodan los restos peregrinarios preguntando donde está la catedral, me pongo la música y cierro los ojos mientras me viene a la nariz el olor de la empanada gallega que la gente se compra para ir comiendo.
Lo que sí tengo que admitir es que estas vacaciones no cumplí todo lo que me prometía (vean el post antiguo) aunque igual creo que no me fue tan mal (por lo menos no me accidenté). Haciendo mentalmente el listado de las cosas que hice este verano descubro varios cambios y cosas que aprendí:
1) que el godello sabe mejor que el albariño
2) que mi cabello cambia de color como quiera (cada vez me pongo más rubia sin teñírmelo)
3) que en Santiago no es posible perderse ni de noche ni con ojos cerrados
4) que los gallegos siempre bajan pabajo, suben parrba, entran padentro y salen pafuera
5) que me gusta pizza hut casi tanto como telepizza, pero cuando una tiene hambre le encanta hasta una pizza del 24 horas.
6) que el pulpo gallego a veces es marroquí
7) que no vale la pena dejar tu papel higiénico en el baño compartido
8) que prefiero el Martini blanco con Sprite a cubas libres de Bacardí
9) que a veces no vale la pena llegar al trabajo después de una borrachera de anoche
10) que una es capaz de durar 72 horas sin dormir (más ya sería una exageración)
11) que no sabes lo que tienes hasta que lo pierdas
Mi cuarto parece una cuadra. Salí de allá corriendo dejando las maletas en medio hacer y me entraron ganas de abrir la botella de albariño que compré para llevármela (junto co la tarta de Santiago) para Valladolid. Pero no, voy a tomar mi cocacola tranquilamente en la salita y leer lo que me propone mi Google reader.
Si me pongo a pensar sobre mi viaje de mañana ya se me ponen los pelos de punta. Que a mi no me gusta cargar las maletas, porfa! Además tampoco me gusta cambiar de casa (lo hago como 3 veces al año). ¿Por qué tengo que marchar? Por que?! Siento que acá es donde debería quedarme yo. Que ya me dicen que soy una gallega más.