¿Tienes ganas de trabajar?

El primer día en la chamba y ya tengo inclinaciones asesinas frente a los señores clientes, dolores del cuerpo entero, los ojos rojos del tabaco (ajeno), traje del trabajo hecho un desastre y el estómago completamente vacío (no como desde hace 22 horas y la ultima cosa que comí fue puré de papas- ayer- de sobre que me pareció una maravilla. Ahora se me está descongelando un plato de canelones de espinacas cosa más barata que hay (1 euro 50) y que a pesar de su mala pinta no sabe tan feo). Mi primer día del trabajo esta temporada ha sido mucho peor que el año pasado, o sea, más duro porque como ya conozco todo, se supone que puedo ocuparme de ese todo, aunque algunos no se dan cuenta de que durante un año sin trabajar en hostelería algunas cosas se olvidan rápidamente y, además, si el sitio donde trabajas padece reformas toda la vaina cambia del sitio así que tardas media hora en buscar una jarrita de leche, una botella de 100pipers o intentas recordarse como se montaba la máquina de jugo de naranjas. Pero poco a poco me voy acostumbrando al nuevo aspecto del bar que salió recontra lindo. Otros puntos positivos son 1) los compañeiros picheleiros que me tratan como a una reina (no hablo de las cochinadas que me cuentan acerca del sexo y que me hablan en gallego que yo sólo lo entiendo a medias), 2) los clientes de siempre que se acuerdan de mí del año pasado y que me dicen que vuelvo más linda y me sonríen, 3) la coca-cola gratis (jeje, que por ahora ni la probé porque estoy con resfrío e intento quitarme ese maldito virus con unos medicamentos caseros, 4) el jefe que no parece tan malo como lo pintan (a mí personalmente me parece una buena persona) y 5) el dinero que espero ganar. En realidad, no voy a mentir, la plata es la que importa y si no fuese por aquel pasaje a Lima que es una pasada, y que es lo único que me falta para volver a ver a una personita que quiero, no lo haría por nada del mundo. Lo que se hace por amor.